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jueves, 30 de octubre de 2008

La huasteca se prepara para Todos Santos

Al igual que en muchos lugares del país esta época es de singular tradición en las Huastecas, la fiesta de Todos Santos es importante para los huastecos, más para los pueblos indígenas. La tradición que honra a los fieles difuntos proviene eminentemente del culto prehispánico en Mesoamérica en donde la gente0 era sepultada junto con sus bienes de trabajo u objetos propios de la persona, incluído el cadáver de un perro techichi que le haría compañía, y los alimentos que requeriría el alma en el camino al Chapantongo -los siete ríos- algo así como el purgatorio cristiano. Esta costumbre se fusiona muy bien con otra que los españoles trajeron denominada Todos Santos, que a su vez habían heredado de los árabes y que estos habían copiado de los egipcios, en la que cada año se debían rememorar a los fallecidos y dejarles alimentos en la creencia de que las almas nos visitaban.

En Hidalgo, Puebla, San Luis Potosí y Veracruz, se celebra el Xantolo, festividad que tiene todo este carácter. Justamente su Xantolo quiere decir "todos los santos" y su celebración revela un gran sentdo social, religioso y económico.

Entre los elementos de esta fiesta no puede faltar una ofrenda alimenticia que se expresa en altares hechos con ramas verdes para formar arcos de flores amarillas de cempaxúchitl sobre una mesa cubierta con un mantel, con imágenes cristianas que hayan sido de la devoción del difunto y sus familiares y fotos de la persona finada que se venera; la ofrenda tiene toda clase de alimentos, desde dulces para los infantes, aguardiente para los adultos, guisos como el mole de guajolote, tamales, frutos, pan, agua, etc.

El Xantolo comienza el 31 de octubre por la noche, es el llamado a los angelitos, a los difuntos pequeños, se queman cohetes para que se acerquen a gustar de la ofrenda. El día siguiente, el 1 de noviembre siguen los cohetes, esta vez son para llamar a los adultos, la idea es que no pierdan el camino, también desde la entrada de la casa hasta la ofrenda se les hace un camino de pétalos de flor, la velada del primero de noviembre es el momento de convivencia entre los vivos y las ánimas, hay oraciones y alabanzas cristianas. El 2 de noviembre las familias asisten al panteón, van a misa, días antes han limpiado las tumbas para que estén decorosas y las adornan con flores, algunas personas acostumbran llevar algo de comida a estas tumbas. En esos días en las calles hay danzas indígenas, cuadrillas de personas disfrazadas: "coles", "mecos", "huehues (viejos)", "xotos" (hombres disfrazados de mujeres); los danzantes, acompañados por jarana y violín, por trío huasteco o por una banda de viento, visitan las casas en donde hay ofrendas, ahí se les invita a comer y a beber o se les da dinero; los danzantes agradecen bailando como y con las ánimas, el juego de los danzantes es el de parecer seres de inframundo, siempre van con máscara para esconderse de la Muerte, para no parecer vivos. Finalmente, el 3 de noviembre se levantan los altares, aunque en algunas comunidades las danzas se efectúan hasta el día 10.

Es interesante ver los momentos previos al Xantolo, los tianguis que anteceden a la celebración son gran muestra de ello, los campesinos sacan su cosecha de flores o frutos, la crianza de animales, la manofactura de velas, aguardiente o artesanías, todo sale a la venta. Este comercio le debe permitir a las familias adquirir todo lo necesario para las celebraciones, no se escatiman recursos, es un ritual ineludible cumplir con los difuntos, pero nadie lo hace con resginación, también es una fiesta esperada.

De un recorrido por la Huasteca Poblana, en lugares como el tianguis de Villa Juárez y el mercado de plantas y flores de Tenango de las Flores, surgieron estas imágenes el pasado domingo en que mucha gente empezó a hacer sus compras.


martes, 28 de octubre de 2008

El taller de versificación del Festival de la Huasteca Xilitla 2008

Este taller se celebró en el Museo Edward James


Eduardo Bustos al violín

Cada que se organiza el Festival de la Huasteca hay un espacio dedicado a los talleres para enseñar a interpretar son y huapango, mismos que sobretodo están dedicados a los niños; en esta ocasión, Xilitla abrió un espacio para un taller de versería impartido por Eduardo Bustos Valenzuela; Lalo llegó con su técnica para enseñar fundamental mente la manera de expresar una idea para un verso, aplicar la rima y cuidar la métrica con los principales patrones de poesía para son huasteco: cuartetas, quintillas, sextillas, seguidillas, trovo y décima.

Los jóvenes y niños, con uno que otro adulto hicieron equipos y empezaron el bello y literario trabajo creativo para componer versos, después se trabajó individualmente.

No cabe duda que Eduardo Bustos sabe hacer este trabajo y da gusto verlo con ese entusiasmo en cada festival o encuentro en el que cerca de los niños apoya humildemente a defender la tradición.

Una muestra del trabajo de este taller, he aquí un ejemplo de los versos compuestos por Sergio Niebla (quien también tomó las fotos), Fernando Mendez e Ignacio Loya.


En lluvioso festival

de bellas nubes de harina

con sábanas de cecina

Saboreaba un gran tamal


La cultura! .... el comensal!

Vestida para el fandango


De música danza y canto

Con montañas que armonizan

en bordados de camisa

Está presente el huapango

domingo, 26 de octubre de 2008

Exótico o surrealista y la influencia ahí en Xilitla

Visitar Xilitla sin duda nos hace darnos cuenta que la huella que en la comunidad dejó Edward James y no lo digo sólo porque el mayor atractivo turístico del lugar son sus jardines surrealistas, su casa y las pozas, obra y capricho de su imaginación; no, lo que mejor pude notar es que el pueblo huasteco xilitlense tiene cierta sensibilidad para el arte, aspiran a recrear las obras de este hombre que le dio fama al lugar, pude notar que en las casas y en las calles se dan los colores, las esculturas, las inspiraciones que de la naturaleza y vegetación del lugar se rehacen en concreto o metal, uno puede ver ventanas, columnas, inscripciones, fuentes, flores de concreto, eso sí, sin perder la arquitectura y el sabor de los pueblos de la Huasteca.

Justamente eso es lo que James encontró en ese lugar para decidir asentarse, una cultura propia del lugar, una inmensa vegetación, un grato paisaje y una atmósfera apropiada para lo inédito, crear un parque escultórico en ese lugar.



Edward James nació en 1907 en Escocia, su madre era hija ilegítima del rey Eduardo VII de Inglaterra y su padre era un rico propietario de minas en Estados Unidos, cazador y fotógrafo. La vida de joven en Europa para Edward James fue aristocrática, de melancolía y soledad, asistió a la Universidad de Oxford. Es heredero después de una considerable fortuna, no sólo la de su padre, también la de un tío, se casa a los 22 años con la bailarina Tilly Losh, a quien tuvo a bien costearle buena parte de su carrera, tiempo después se separan y a James vuelve la tristeza y soledad, su mejor refugio es la poesía y los objetos fantásticos, sólo como terapia quizá, nunca con pretensiones artísticas, tiempo más tarde conoce la pintura de Salvador Dalí y la impresión positiva le hace entablar amistad con aquel artista, tanto que incluso James se vuelve un mecenas, es James a partir de este momento un impulsor del talento artístico y se empieza a codear con otros grandes de las artes visuales en Europa, sobretodo los surrealistas, aparece en la obra “La reproducción prohibida” de René Magrite, entabla amistad con Pablo Picasso en el momento en que éste pinta su famoso “Guernica”, se entrevista con ese genio del cine que es Buñuel y se compromete con él a apoyar la Guerra Civil Española, cosa que no se logró finalmente.

Conoce a la artista británica Leonora Carrington, pintora surrealista que más tarde se refugiaría en México, es 1940 y James huye de la guerra y llega a Hollywood, en donde junto a Aldus Huxley practica el budismo, pero no le sienta bien el lugar; tiempo después visita Cuernavaca, ahí se rodea de personas como Remedios Varo, Gunter Gerzo, Kati Horna y las hermanas Inés y Guadalupe Amor.

Conoce a Plutarco Gastelum, un fotógrafo que marca su vida y es quien lo lleva a recorrer el país, quizá a él se le debe la llegada a Xilitla, ahí James se asombra de la belleza del paisaje, las mariposas que pasan por el lugar estimulan la imaginación de James, quien en 1967 decide adquirir un terreno junto al río y quedarse a vivir ahí. Dudo mucho si James tuviera intenciones primigeniamente artísticas, quizá sólo quiso satisfacer sus caprichos, sus veleidades, crear su propio mundo, un mundo irreal en un lugar que le había sorprendido, aunque algo que pude platicar con Enrique Garnica, fue que quizá México era un lugar idóneo para crear formaciones esculturales surrealistas, sin que esto se interpretara como una intención de competir con lo que Marcel Duchamp o Gaudí hacían en Europa, de alguna manera Edward James estaría tranquilo con sus amigos sin que nadie de Europa lo criticara para bien o para mal.

El parque escultórico de Edward James está ubicado a corta distancia de Xilitla, se puede llegar caminando y bajo el disfrute de un paisaje pintoresco, parte de este parque escultórico son las pozas, sitio construido también por James para utilizarlo como balneario, uso que todavía se mantiene.
El parque comienza con un castillo, inentendible visto desde lejos, menos lo es estando adentro; el parque entero es un conjunto de pasillos amplios y estrechos que corren sobre las laderas del monte o las riveras del río, todo es un laberinto, seguramente James quiso que el visitante se perdiera fácilmente; hay escaleras para subir y para bajar exclusivamente (no me lo creerán, pero cuando estén ahí lo comprobarán), pozas de agua, esculturas y estructuras (son más de cuarenta) con formas orgánicas naturales, que conviven con la fértil vegetación del lugar, las especies animales y el agua que corre por el río. Ojillos, columnas que se asemejan al carrizo del bambú, verdes, pero no por algún pigmento artificial, fue la humedad en el concreto que engendró verdor. Hay esculturas en las cuales se han incrustado por sí mismas unas plantas, tan similares a las esculturas mismas, hay una fuente que se asemeja a una flor, una bromelia, en otras esculturas se aprecian flores de lis; existen otras construcciones que tuvieron como fin el ser jaulas para animales que James tenía como mascotas; al final del recorrido está una cascada en donde James fijó otras esculturas que armonizaran con el paso del agua, esta armonía es capaz de invadir tanto que deja mudos a los visitantes . Es inabarcable el poder describir todo esto, es obligado visitar el lugar.

Otros espacios del surrealista en Xilitla son el museo Edward James, el cual cuenta con algunos bocetos de las esculturas y moldes para su fabricación, postales y representaciones de obras de otros artistas surrealistas; y a un costado del museo está el hotel El Castillo, otrora residencia de Edward James, aunque lamentablemente no esté abierto al público, bueno sólo a sus huéspedes.

Edward James sin duda tiene una impronta en la cultura huasteca, la cual no sólo tiene caracteres indígenas y ancestrales, hay que considerar esta influencia que supo combinar en el arte el ingenio, la inspiración, el trabajo (de muchos pobladores que por años fueron contratados para obras de carpintería y albañilería) y lo mucho que aporta la naturaleza de atmósfera con sus plantas, animales y el agua en este rincón de la Huasteca Potosina en donde se conjugan bien los artificios del hombre y los de la naturaleza.

Algunos datos para este texto fueron tomados del libro "Las pozas de James: Xilitla, S.L.P".

martes, 21 de octubre de 2008

Xilitla -Taziol


El Festival de la Huasteca se ha consagrado, aun con lo que muchos le han criticado, como la magna fiesta huasteca, capaz de reunir a todos aquellos que viven la cultura huasteca y a quienes quieran conocer más de ella. En esta ocasión le tocó a Xilitla, San Luis Potosí ser la sede del Festival, desde la clausura del anterior festival en Huauchinango, los xilitlenses se hicieron presentes para aceptar la estafeta con un entusiasmo, nos informaron que el festival se celebraría en el marco de las fiestas patronales del 28 de agosto, Día de San Agustín, santo patrono de Xilitla, para muestra de ello en el centro de la población se levanta un templo y convento agustino, construcción tan antigua como lo es el pueblo. Con este frenesí huasteco, muchos adoradores de esta cultura fuimos convocados a viajar a Xilitla para disfrutar tanto del festival como del lugar, que curiosamente está en un área en la cual se unen las Huastecas Potosina y Queretana


Llegar a Xilitla sólo se complicó un poco por algunas lluvias, mismas que seguirían dándose durante todo el festival, y quizá hubo acostumbrarse a las curvas en la carretera que viene de Tamazunchale; otras cosas que el camino nos ofreció, fue un bello espectáculo de miles de mariposas amarillas (así como lo leen, aunque ya lo hayan visto en otros textos) que se cruzaban por todos lados.


Al llegar a Xilitla, la fiesta de pueblo estaba en todo su esplendor, viva, alegre, con cohetones, con comida tradicional y, como es acostumbrado en los Festivales de la Huasteca, el tianguis de artesanías de los seis estados huastecos. Aunque parece ser que el huapango y los visitantes distrajeron un poco la tradición de la fiesta del santo patrono y eso algunas personas de Xilitla no lo perdonaron, sin embargo, la hospitalidad de los demás xilitlenses nunca faltó durante nuestra estancia, especialmente, para con nosotros, a María Elena, quien en el Hotel Aurora, no sólo nos brindó buen hospedaje, también unos deliciosos desayunos con tamales, zacahuil, el mejor café de la región, pan de queso, entre otras ambrosías huastecas.


Como muchos pueblos de la Huasteca, Xilitla tiene un paisaje siempre verde, con vegetación subtropical y un clima cálido húmedo. Xilitla está a más de 1000 metros sobre el nivel del mar, entre montañas altas, la más representativa es una que parece pulgar, conocida como el Cerro de la Silleta o Huizmalotépetl, como es conocido en náhuatl. La población de Xilitla está en una pequeña meseta entre montañas y un barranco en donde hay un sinnúmero de casas, arriba y al fondo; curioso es que las calles, si las viéramos desde el cielo, tendrían una forma de caracol (curioso es que Xilitla, en náhuatl, quiere decir lugar de caracoles). Xilitla posee en una parte baja de sus montañas un río del mismo nombre, mismo que nace a treinta kilómetros en Huachihuayán, lugar famoso por sus acamayas, langostinos de río que son cocinados ahí, a la orilla del río.

Foto tomada de la página del Hotel Aurora

Como ya lo había mencionado, Xilitla nos ofreció para el festival un clima lluvioso por momentos, pero que afortunadamente también nos refrescó cuando el calor podría ser muy rudo.

*Taziol es el nombre de la población en lengua huasteca o tének.

sábado, 4 de octubre de 2008

La Huasteca Hidalguense, sus colores y sabores

Un recorrido por la Huasteca hidalguense, la cual guarda muchas tradiciones autóctonas, es un manjar para todos los sentidos: música, comida, aromas, colores, en fin, les dejo esta amplia muestra en un ensayo fotográfico de este arte en sí que es la región norte del Estado de Hidalgo.


Así se preparan las tradicionales enchiladas en Atlapexco, las hay de chile seco, de jitomate, de salsa verde y de pipián.


El zacahuil es otro elemento descollante de la comida huasteca, quienes no lo conozcan deben imaginar un tamal de grandes dimensiones, que puede alimentar a más de veinte personas y que puede tener carne de cerdo y hasta un guajolote entero, la imagen de abajo muestra el momento en el cual este manjar es servido. Las imágenes son de Atlapexco, Hgo.


Este es el horno en el cual se prepara el zacahuil y en donde también se hornea el pan, están hechos de lodo y la leña es lo que se usa para calentarlos. Abajo podemos ver unas roscas de manteca, también de Atlapexco.


En el tianguis que se celebra todos los viernes en Atlapexco, como en muchas plazas, se venden los bocoles, gorditas de masa y manteca con cilantro picado y una especie de frijol negro fresco y de grano pequeño.

No todos los ingredientes en la Huasteca son genéricos, las cocineras son muy exigentes, si no hay frijol castilán no salen buenos los bocoles, este frijol se vende también en vaina en el tianguis de Atlapexco.
Elemento indispensable para la cocina huasteca, el maiz para hacer el nixcón o nixtamal. En el tianguis de Atlapexco se vende aún en medidas como el cuartillo, quizá sea más confiable comprar así que por kilogramo pesado.


Muy típico en la región es el tejido de tule para sillas y las canastitas de carrizo pintado, los artesanos son de Huejutla, pero recorren los tianguis haciendo y vendiendo. Las fotos son de Atlapexco.



En Atlapexco no deja de sonar el huapango, hay desde músicos tradicionales, bandas de viento y huapangueros como lo es el Trío Atlapexco, integrado por Benjamín, mejor conocido como "Galindo", en la jarana, Marco Salazar en el violín (su teléfono es 0455551502514 y 017898944142).
Dos construcciones emblemáticas de Huejutla: la hoy catedral, edificio construido en 1545, durante el surgimiento de la Nueva España, sobre un basamento que antes fue una pirámide, es un templo sin barroquismos y con una espadaña de tres campanas, es también un exconvento agustino; y el reloj monumental, construido en 1908, del cual se puede escuchar con sus campanadas la canción "El Cantador" (Era lindo, mi caballo...) de Nicandro Castillo.

En Huejutla es obligación para los glotones el acudir al conocido Restaurante Galván, está ubicado en la plaza principal, casi enfrente de la catedral, lo mejor y practicamente lo único de su carta es la cecina (suavecita) con enchiladas.


El mercado de Huejutla es amplio y tiene ingredientes procedentes de otros lugares de las Huastecas, en la imagen podemos apreciar unas acamayas traídas de Tempoal.


Unos cuartillos con jovo, una frutilla poco carnosa y agridulce, la gente suele chuparla o bien macerarlas en alcohol, con ello queda un jarabe que se toma frío.



Esta planta, parecida a la que da las pitallas se llama jácube o jacube (me lo han dicho de ambas formas), su uso es similar al nopal, el sabor es un poco diferente, quizá sea menos fibroso y más tierno que el nopal.

Estas son las flores de quebracho, en la cultura prehispánica se puede hallar una cocina basada en muchos cactus, flores e insectos, esta flor mayormente se consume preparada con huevo o en tamales.

De la indumentaria huasteca sobresale este sombrero, es fabricado en Tantoyuca, Ver., la foto es también del mercado de Huejutla.

El pan huasteco es incomparable, difícil de describir, quizá solo puedo decir que es sabroso, con mucha variedad, ingredientes auténticos, ninguno es industrializado. En el barrio de Tahuizán en Huejutla el maestro panadero Angel Esteban Bautista, hijo de otro panadero que le enseñó el oficio, Don Irineo Esteban Caballero; juntos preparan crocantes, coquetas, mestizas, huaraches (con piloncillo), chocolates, carteras, caracoles.


Del mismo barrio, Tahuizán es habitante un magnífico personaje, con una historia de vida interesante; no es precisamente un artesano, es un artista, pintor de años atrás y escritor en lengua indígena, se trata de Don Ildefonso Maya Hernández, hoy también es promotor cultural y defensor su amada cultura huasteca. Su casa es todo un museo (y lo digo porque está siempre abierta a quien la quiera conocer), en ella están algunas de sus pinturas que expresan una digna muestra de la cultura popular de la Huasteca hidalguense, también podemos encontrar piezas arqueológicas y de arte religioso que él resguarda. Otras pinturas de Ildefonso Maya están en el Hotel Fayad y en casas particulares de Huejutla, hay murales en escuelas, en la Plaza Huasteca de Pachuca y en el Parque Sociedad Igualitaria de Ixmiquilpan.

Como dato curioso: Ildefonso Maya es también personaje de la novela "Los Informes Secretos" de Carlos Montemayor.


Ildefonso Maya muestra una antología de escritores indígenas que incluye algunos de sus cuentos.

Un doliente rostro de mujer indígena es el retrato que Ildefonso Maya Hernández le hizo a su madre.

Dos cuadros pintados por Maya, las tradiciones del pueblo huasteco están en ambos, se pueden apreciar en el Hotel Fayad de Huejutla.



Este recorrido llega al municipio de Jaltocán, para llegar hay que recorrer un verde camino por donde se cruzan muchas mariposas amarillas. Aquí se elaboran velas de cera y bordados, una experta mujer, doña Graciera Becto Romero (teléfono 01789-8558090) es quien junto con otras 15 mujeres se dedican a bordar los típicos huipiles, manteles, camisas y hasta vestidos de bodas. Doña Graciela es bordadora desde que tenía 9 años, pero hoy, a sus 67 años ya no puede hacerlo, las migrañas no la dejan, hoy sólo atiende la tiendita de ropa y administra el trabajo de las otras bordadoras.
Otra foto de Jaltocán, la cecina se seca al sol, así es mejor conservada la carne y está lista para el más típico platillo de la Huasteca hidalguense.


Volvemos a Huejutla por el camino que comunica con San Felipe Orizatlán, en los barrios circunvencinos como Chililico se aprecia a los artesanos trabajando la madrera, hacen todo tipo de muebles de maderas finas y aromáticas.

Otra labor característica es la alfarería, bellas piezas con singulares decorados son fabricadas por las familias de la comunidad de Chililico, municipio de Huejutla.


Gonzálo Guillén es un estudiante de psicología, pero antes que eso él se considera alfarero, es la tradición y oficio que heredó de sus padres y lo porta con orgullo como su lengua náhuatl, Gonzalo dice: "A muchos les da verguenza hacer cosas de barro, por eso se está perdiendo, pero a mí sí me gusta porque mucha gente sí aprecia la alfarería".




El proceso para cocer el barro es en dos etapas, primero se secan al sol y después en el horno.


Incensarios, cochinitos de alcancía, candeleros y muchos artículos más se elaboran en el barrio de Chililico.

Cajetes de barro para la salsa